Por H. Galván
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11 de enero de 2008


Palabras pronunciadas por el joven H. Galván, Coordinador Nacional de “La Multitud”, en el acto de homenaje a Amaury Germán Aristy y los palmeros, celebrado en San Francisco de Macorís el 11 de enero de 2008

Amaury nos enseñó, con sus pocos años, pero muchas estrellas, que la vida es tan corta como duran los sueños, pero tan grande como la empresa para alcanzarlos. Nos demostró que la eternidad se va ganando paso a paso, y que ciertamente, no son los huesos los que valen, si no las ideas, que se transmiten de generación en generación como la fuerza que mueve a los pueblos.

¿Cuando se hubiera imaginado Carlos Marx, casi dos siglos después, que sus ideas serian repetidas, cuando ya sus restos no fueran algo más que polvo? jamás

Amaury Germán Aristy, de cuerpo delgado, de voz tranquila pero límpida y de apariencia sencilla, no concuerda con los papeles de los héroes prefabricados con que a veces soñamos. No parece un superhéroe, porque tampoco lo fue. Amaury, el muchacho de Padre Las Casas, fue sólo un joven, fue sólo un hombre que vivió acorde a sus ideales y que murió defendiéndolos, defendiéndonos. Es un héroe, de los imprescindibles que viven para siempre.

Los que cayeron aquel 12 de enero en una cueva del kilómetro 14 y medio de la Autopista Las Américas; los que combatieron heroicamente ante una fuerza militar extraordinariamente superior; los que murieron venciendo el miedo; quedarán para siempre en la memoria de todos y de todas. Quedarán sus dulces nombres escritos con sangre en la historia, para que nunca se olvide; para que los veamos, no como fríos amuletos, si no como hermanos del presente y del porvenir.

H. Galván, mientras pronunciaba sus palabras

Aprendimos de los Palmeros, de Virgilio Perdomo, Ulises Cerón, Bienvenido Leal Prandi (La Chuta) y Amaury, que hay que vivir, pero también hay que dejar rastro. Nos enseñaron que no importa la muerte; siempre es decoroso morir por la Patria que nos vio nacer, por su liberación y por su felicidad.

Pero, si algo nos dejan los Palmeros y todos aquellos y aquellas que han caído por la libertad, es una deuda inmensa, una gran responsabilidad sobre nuestros hombros. Si algo heredamos es un ejemplo obligatorio, es una senda inevitable por la cual caminar hacia el porvenir.

Si algún homenaje podemos rendir, es seguir su ejemplo; continuar su obra revolucionaria.

Que no es otra que la que iniciaran los Trinitarios por allá por 1844, y que aun está inconclusa. Ese proyecto de nación libre, soberana y justa, tantas veces interrumpido, pero tantas veces empujado por tantos y tantas valientes. Ese ideal de patria nueva por la que luchamos y la que nos corresponderá a nosotros construir.

Esa es nuestra gran responsabilidad hoy. Aportar nuestros modestos esfuerzos para que la República Dominicana, la que soñara Duarte, Luperón, Caamaño, Minerva y Amaury, se haga realidad.

Ese es el compromiso de “La Multitud”. Esa es nuestra responsabilidad histórica como jóvenes. Levantar la nueva República Dominicana. El país donde todos y todas puedan vivir en dignidad y felicidad..

Y, para los que pensaron que estabas muerto Amaury, míranos.

Si hoy estamos aquí, bajo tu nombre, invocando tu sacrificio de amor por la patria, es porque no fue en vano. ¡Ciertamente aquello no fue en vano!


Vista parcial del acto


Nunca es en vano cuando se trata del bien de todos. Nunca es en vano cuando damos lo mejor de nosotros. Siempre nos quedará la dulce satisfacción del que cumple a cabalidad con el deber.

36 años después, te seguimos recordando. Te recordamos como la leyenda en que se convirtió tu gallardía, por la nobleza de tus ideas, y porque tú fuerza vital está presente en los campos y ciudades que defendiste y quisiste.

Si estamos nosotros aquí, es porque hay miles de hombres y mujeres en esta patria dispuestos a seguir la pureza de tu ejemplo, el tuyo y el de tus compañeros.

Sí, el sacrificio de quienes han entregado su vida por la libertad, la democracia y la justicia, como ustedes, Palmeros, es lo que mantiene viva la esperanza de un mañana mejor.

Un mañana que deberemos construir nosotros/as, ustedes jóvenes dominicanos que deben cumplir su histórico rol. Anímense.

Esta es su época, este es nuestro momento, esta es nuestra generación, miremos como nuestro continente se enciende.

El cambio que debemos hacer comienza ahora mismo.

Jóvenes: ¡decídanse a seguir el ejemplo de Amaury y de los Palmeros, y luchen por un país más digno!

Jóvenes: ¡decídanse a organizarse para conseguir unidos sus sueños!

Jóvenes: ¡propónganse cambiar el mundo, y seguro lo lograrán!

Muchas gracias.