¡Que cierren la Embajada!
Créame usted que si en este país no gobernase la Sund Land y sus socios en el PLD, hace tiempo que habrían cerrado la embajada.
Sí, en el mundo civilizado de hoy, (quizás civilizado es mucho), se estila, se promueven las relaciones solidarias entre los países. Se hace fundamental la expansión de las relaciones diplomáticas y comerciales y se busca un mayor acercamiento con las demás naciones. Sin embargo, cuando un Estado actúa sin respetar a los demás, sin medir sus consecuencias y sin acatar las decisiones de las Naciones Unidas y los pedidos del mundo entero, entonces se vuelve un Estado delincuente, un Estado paria, un Estado que no merece pertenecer al concierto de las naciones del mundo.
Cuando un país surge de la ocupación ilegal de las tierras de otros, cuando practica consuetudinariamente el terrorismo, la guerra de agresión, el apartheid y la violencia contra otros pueblos; Cuando ejerce únicamente el derecho que le da la fuerza y la sinrazón; Cuando no tiene miramientos para asesinar y huir, y cuando se convierte en fortaleza de crimines y odios, entonces debe ser apartado del resto.
Cuando un Estado se convierte en un peligro público para las demás naciones cercanas, cuando se aleja de las normas de convivencia y se dedica a al abuso impune, entonces no puede ser aplaudido, ni apoyado en sus acciones, y lo que manda es que se le deje sólo, que se le olvide, que se le cierren las puertas de sus amigos, hasta que sus clases dirigentes asuman una posición de respeto a la coexistencia pacifica en el mundo.
Claro que el pueblo hebreo y sus descendientes como sociedad milenaria tienen el derecho de conformar un Estado-Nación en donde puedan ejercitar libremente (sin perjuicio de los demás) las expresiones de su cultura y tradiciones. Mucho tiempo vagaron por el mundo siendo perseguidos y atemorizados. Fueron víctimas de la violencia, la persecución y la muerte que hoy, paradójicamente, su Gobierno practica alrededor del mundo, a diestra y siniestra, e impunemente.
Claro que los judíos tienen derecho a conformar sus propias instituciones, a vivir libremente de acuerdo a como mandan sus creencias, sin embargo, aunque el movimiento Sionista (que viene de Sión o antiguo Jerusalén) no lo crea así, tienen solamente los mismos derechos que los demás seres humanos del mundo, ni más ni menos.
Nadie tiene derecho, por tanto, a crear un país por encima de otro, a desmembrar naciones enteras, a expulsar de sus casas y tierras a hombres, mujeres y niños, a destruir y a perseguir otras culturas, a crear prosperidad sobre la base del saqueo, del robo de los demás.
La tierra que ocupamos no nos pertenece en realidad, le pertenece a la vida, al planeta, y en última instancia, a todos los seres vivos por igual. Ahí el origen del conflicto: que una casta judía racista y fascista, decidió crear un Estado en la tierra palestina, se agenció el apoyo de Gran Bretaña y de Estados Unidos, y desalojó a sus ocupantes en 1948, manteniendo una política expansionista hasta la fecha. Fue y es una ocupación ilegal, violenta y forzada de una tierra que ya tenía dueño. Por eso la guerra nunca terminará hasta que no se restablezcan y se respeten los derechos de los palestinos en su tierra y hasta que los dirigentes judíos aprendan a convivir en paz con sus vecinos.
Nosotros, por nuestra parte, como República Dominicana, debemos estar del lado de los indefensos, del lado de los justos, del lado de los que sufren, y del lado de los que son atacados y han sido vejados por 60 años. Eso significa que debemos estar del lado del heroico pueblo palestino y de sus organizaciones representativas.
Como País, lo único correcto, lo que manda en este momento aciago y triste, aunque sea para respetar el aporte de los miles de árabes que pueblan esta isla y enriquecieron nuestra cultura, es romper relaciones con esa organización terrorista llamada Israel, y expulsar su representante del país, cerrando su embajada.
Una decisión solidaria y digna como esa, frente a la actual masacre en la Franja de Gaza, en que el Gobierno genocida de Israel se ensaña contra las escuelas y los niños palestinos, nos elevaría como pueblo y nos engrandecería como nación.
Pero, como aquí hace tiempo que no tenemos Gobierno, si no, una fiesta de drogas, indultos y contratos fraudulentos, un nido de políticos y ratas (que son la misma cosa); Como no podremos esperar una decisión digna de nadie, entonces hagámoslo, nosotros.
Acompáñenos este viernes a las 10 am, en la Tiradentes con Pedro Henríquez Ureña, y ayúdennos a cerrar esa embajada o mejor dicho casa de la muerte y del terror.
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