El mundo está cambiando.

Por Hecmilio Galván
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5 de noviembre de 2008




Hoy me quedé hasta tarde disfrutando del fabuloso espectáculo elaborado por los estrategas de la campaña, los mercadólogos de la política, los productores de las emociones, en el acto de celebración de triunfo de Barack Hussein Obama Jr. como primer presidente negro de los Estados Unidos. .

Antes escuché a un sobrio, elegante y cortés John McCain aceptando su derrota de una forma ejemplar. Un discurso, el de John MacCain, sin desperdicios, lo que lo enaltece como contendor.

El momento más álgido y emotivo fue la reunificación familiar, de la familia blanca con la familia negra. La familia blanca del Senador Joseph Biden de Delaware y la familia negra del Senador Obama de Illinois. Como buenos norteamericanos, segregados. Ellos no conocen el placer tan común en estas tierras de confundirse entre primos “claritos” y “primos” morenitos. Todavía falta que caiga mucha agua para que el mestizaje sea un valor común en esa cultura.

Sin embargo, no puedo negar que el abrazo que se dieron ambas familias, blancos y negros, en una sociedad como la norteamericana, es trascendental.

Más allá de la nitidez teatral con que los estrategas preparan estos momentos, más allá de la falsa ilusión de inclusiones, y hasta del fetiche, el abrazo de las familias Obama-Biden, asumiendo el cargo más importante de la Tierra, es algo que quedará para la historia; y no lo digo por las seguras primeras planas de mañana.

Lo que sí creo firmemente es que el triunfo del primer presidente negro de la historia, en un país en el que hasta hace cuarenta años había bares de blancos y bares de negros, va ha convertirse lentamente en un hito fundamental del cambio en el mundo.

Pero que nadie se llame a engaños; el cambió no será responsabilidad del Senador Obama, quien de seguro sólo podrá hacer cambios moderados (ojala que no cosméticos) en la política interna y externa de los Estados Unidos.

Sin embargo, ya con dejar atrás el triste y criminal legado del borracho George Walker Bush, de Afganistan, Irak, Katrina y Wall Street, ya con eso, el mundo entero ganaría.

Por lo menos, el país más poderoso del mundo contará con un presidente ilustrado (egresado de Harvard) e hijo de un migrante keniano, que se hizo político trabajando como abogado para trabajadores negros en Chicago. De plano que ya Estados Unidos no será gobernado por un representante del Complejo Petrolero y Militar y un vaquero conservador del Sur esclavista que hizo trampa para evadir la Guerra de Vietnam.



Hay que ser cautos, cabe todavía la posibilidad de que el Senador Obama reniegue sus orígenes, pero definitivamente y por ahora, la era Bush acabó, y acabó muy mal.

Sin embargo estoy convencido que el cambio no es Obama, al contrario, Obama refleja los aires de cambio que se sienten en todo el mundo. Bush es uno de los últimos presidentes basura que han caído. Antes cayó José María Aznar, Tony Blair y Berlusconi (aunque el mafioso regresó). En Latinoamérica presidentes como Jorge Batlle de Uruguay, Fernando Cardoso de Brasil, Vicente Fox, Alejandro Toledo, Sánchez de Lozada, entre otros, han dado paso a líderes como Rafael Correa, Fernando Lugo, Daniel Ortega y Evo Morales.

En definitiva el mundo está cambiando, y cambiando más rápidamente de lo que creemos. Este ya no es el mundo de finales del siglo XX, cuando las utopías parecían sepultadas por los pesados escombros del Muro. Ahora vuelven a despertar.


Un presidente negro (que sólo podíamos ver en las películas futuristas), como también un primer presidente indígena (caso Evo Morales), dos presidentas mujeres (Michel Bachelet y Cristina Kischner) y un ex sindicalista gobernando la economía más poderosa de la región (Luis Inacio Lula Da Silva), permiten sugerirnos una nueva época. Obama, movilizando sin precedentes al pueblo norteamericano es parte de ella.

No creo que el ascenso de estos presidentes sea suficiente para el cambio que necesitamos y aspiramos, sin embargo, afortunadamente los vientos no han dejado de soplar, y esto parece ser apenas el inicio. No espero que el Senador Obama haga el cambio en el mundo, en realidad el mundo ya está cambiando (para bien) y Obama es sólo parte de él.

Por ejemplo, la movilización de millones de jóvenes, afroamericanos, latinos, mujeres, trabajadores en sentido general, en la lucha política en un país donde la política era algo reservado para hombres blancos, agrega un nuevo ingrediente y expresa el descontento de las mayorías sobre el modelo y rumbo de la sociedad norteamericana y en gran medida de la humanidad.

La recurrente crisis del capitalismo, y su más creciente agravante con la crisis financiera de este año, ha puesto en evidencia y en cuestionamiento un modo de producción que se hace insostenible ambiental y socialmente. La conciencia crítica del planeta va generando una posición cada vez más aguda respecto a los problemas globales, apuntando hacia una crisis sistémica que hay que superar de la única forma posible: cambiando el sistema.

La revolución silenciosa que se está dando en América latina, con un epicentro en Venezuela, es también y quizás la parte más luminosa de esta nueva época. Las inmensas movilizaciones de estudiantes en Francia y en Europa, y de migrantes en Estados Unidos son indicadores que también habrá que tomar en cuenta. Los carros que ardían en parís hace dos años son como una antorcha para el mundo.

No fue en vano la rebelión Zapatista el primero de enero de 1994, ni la resistencia heroica de las FARC, ni el martirio del pueblo palestino, ni la testarudez de un Benedetti o la rebeldía de un Víctor Víctor. No fue en vano la serenidad de Cuba, ni el dinamismo del MST, ni las lagrimas de las Abuelas y Madres de la Plaza De Mayo, porque cada vez se abre más la luz de la esperanza para la especie humana sobre la tierra.

Lo que la cobardía, la ambición y el miedo han hecho sobre la humanidad y sobre el Planeta Tierra, tiene que ser combatido y recompuesto a fuerza de bondad, nobleza y esperanza.

No creo que el Senador Obama, hoy presidente electo de los Estados Unidos, esté plenamente consciente del cambio que se está sucediendo en el mundo, tampoco sé si estará de acuerdo; lo que sí creo es que su elección tendrá una influencia psicológica y cultural trascendente que influirá posteriormente en la mentalidad de una parte importante del mundo.

Tampoco creo que el Senador Obama logre cambiar la dinámica de dominación y revertir y detener las políticas de saqueo y agresión de los Estados Unidos sobre otros países. No lo hizo Kennedy, ni mucho menos Carter. No es realmente el Presidente quien tiene la última palabra en un país dominado por las Corporaciones; Pero, el cambio que traerá la elección de Obama más que en la estructura imperial, será en el subconsciente, en la forma de ver a Estados Unidos y en la mentalidad no sólo del norteamericano común, si no de gran parte de la humanidad.

Me pregunto, sin pretender ser oráculo…

¿Cómo cambiará desde ahora nuestra visión hacia los Estados Unidos que dejará de ser gobernado (nominalmente) por las elites blancas de siempre?

¿Cómo cambiará la cultura norteamericana una vez superada “nominalmente” la barrera del color?

¿Cómo influirá la elección del primer presidente negro y con una propuesta de cambio sobre los demás países del mundo?

¿Cómo cambiará el ambiente de guerra y hostilidad mundial creado por los Halcones que volaron a sus anchas durante el Gobierno de Bush?

¿Llegará Barack Obama a ser tan odiado como su antecesor?

Sin pecar de atrevido creo que lo que significa esta elección trasciende por mucho las posibilidades personales y políticas del Senador Obama, los potenciales cambios se darán por influencia y no por acción directa e intencionada. Pocas veces las personas tienen conciencia de lo que están inspirando, y yo creo que esta no es la excepción.

No quiero que se me mal interprete, dudo mucho que Barack Obama pueda hacer cambios profundos en la política imperialista norteamericana, tampoco creo que es su intención, sin embargo, siento que el mundo que nos ha tocado vivir, y nos tocará vivir está cambiando, y Barack Obama no es ese cambio, precisamente es una consecuencia directa de él, pero en los Estados Unidos.

Si no estoy equivocado, creo que también habrá pronto cambios por estas playas.