Escrito por: Hecmilio Galván (triunfaremos@gmail.com)
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Aunque no existen pruebas concretas, es un verdadero secreto a voces, que el negocio más lucrativo de la economía dominicana, después de la prodigiosa profesión del lambonismo (procurar al diputado Crisóstomo), es precisamente el narcotráfico y sus carreras afines.

Hasta el PRD, que bastante culpa tiene de lo que sucede hoy, ha tenido que reconocerlo. Ha reconocido, que como va la economía, con las empresas quebradas por la abultada estructura de costos, por la energía eléctrica, la inseguridad y el agobio fiscal, sin contar con la restricción de la demanda producto de la crisis económica, es muy difícil que prosperen algunos sectores de la construcción y del comercio, como hoy lo están

Como va la economía, con un profundo déficit fiscal y cuasi fiscal, con un endeudamiento progresivo y fatal, con un manejo irresponsable de las finanzas publicas que se van en nominillas y vallas reeleccionistas, no hay variables que expliquen el supuesto crecimiento y la estabilidad macroeconómica.

Todos sabemos que como van las cosas, es imposible que florezcan tantas torres, tantas mansiones, tantas plazas comerciales. Que circulen tantas Cayenne, Land Rover y Hummer. Sin el componente narcotráfico, es imposible concebir a la mayoría de los dealers, las bancas de apuestas, las bombas de gasolinas, los centros de diversión.

El proceso de ascensión social y democratización económica que se ha gestado en la República Dominicana en las últimas dos décadas, con el fenómeno de los viajeros y de los coroneles, capitanes y mayores con villas y yates, sólo tiene una explicación posible.

La doble moral que hoy impera en la sociedad dominicana respecto al narcotráfico no hace más que complicar mucho más el panorama. Hace mucho que el narcotráfico y el lavado han sido legitimados como mecanismos de ascenso social.

Sus más conspicuos representantes empresariales, a pesar de su juventud y el color de su piel en esta sociedad profundamente racista, y su falta de educación formal, son aceptados en todos los clubes y corillos sociales. Son adulados en todas las revistas de variedades y bienvenidos en los mejores restaurantes de la capital. Felipe (Figueroa Agosto) era sólo uno de ellos.

Hace tiempo que las elites dominicanas los aceptaron, conviven con ellos a sabiendas de que el origen de sus fortunas es dudoso (como el de ellos)

Hace tiempo que incursionaron en la política. Hoy son respetables senadores, destacados diputados, reconocidos síndicos. Coroneles y jueces.

No creo que haya solución para este mal que no sea otra que eliminar sus causas sociales y económicas.

La solución es legalizar (o correctamente despenalizar)....aunque ya este tema debería ser abordado científicas en otra oportunidad.