¿Te acuerdas de Alejandrina?


Por Hecmilio Galván
Email: triunfaremos@gmail.com
12 de mayo de 2009



Estaba tan embarrada de aquel lodo cloacal, que terminó hundiéndose en él.

Cuando salió a la luz aquel fraude sobre el agua sucia que servían en el desayuno escolar, no fue la empresa, sino la misma Secretaria de Educación, la primera en salir al frente, asegurando 100% la calidad de un producto que todo el mundo sabía que no servía.

Se plantó en su posición de cancerbera de la estafa; soberbia y agresiva, como cacáta espantá’, insultó periodistas, contrató paleros, compró bocinas, pagó periódicos enteros para tapar el sol con un dólar.

Pasaron los días y las noches, aparecieron los estudios, las declaraciones, las investigaciones; los testimonios de escolares, profesores, nutricionistas, ganaderos, y Alejandrina, campante y sonante, seguía empecinada y arrogante, insultando a todos los que le preguntaban por la malaleche.

Vinieron las pruebas, los reportajes de Nuria la valiente, las protestas, y finalmente, se le dio el último empujón: un juicio político y moral que la condenó.

Se quedó, hasta nuevo aviso, con la mansión de ensueño de Jarabacoa, con las ganancias, y con una Secretaría en desuso. Pero, aunque no está donde debiera (en Najayo), al menos tenemos el consuelo de saber que no volverá a subir cabeza, a insultar a este país y a negociar con la salud y la vida de los niños dominicanos.

Ella se hundió con su barco. Lo defendió hasta la muerte, y políticamente se enterró. Por lo menos sabemos que ya pocos son quienes la recuerdan.

No sé porque, pero creo que se va a repetir la historia.

Jaime David Fernández Mirabal desde el inicio del escándalo, optó, no por ser una figura neutral que representase los sagrados intereses del Estado, si no, por ser un siervo al ataque de la Cementera de los Estrellas.

Está trillando el mismo camino. En vez de ser autoridad, se ha convertido en lobista, en juez y parte, en defensor acérrimo de intereses privados, y hasta cierto punto, en encubridor.

Él, como todos sabemos, tiene aspiraciones políticas. Debiera pensarlo dos veces, antes de hundirse con un proyecto que está condenado por la ciencia, por la ley y por la opinión de la mayoría.

Jaime David, y ¿será que tu eres de los tantos que no se acuerdan de Alejandrina?

No forcen, que ninguna cementera va a dañar nuestros Haitises.



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