Fidelio Despradel

El 29 de noviembre de 1962, financiado y prohijado por el Consejo de Estado, mientras Manolo, sus seguidores y el 14 de junio, eran perseguidos, encarcelados, deportados, cerrándole todas la emisoras de radio de la capital para acallar su voz, un grupo de ciudadanos intentó destruir el 14 de junio, creando el Partido 14 de junio, acusando directamente a Manolo de traicionar sus principios “originales” (El Caribe; 1 dic. 1962)

Manolo destruyó aquel engendro en una semana, y sus promotores, unos se arrepintieron, regresando al Partido encabezado por Manolo, y otros enfocaron sus vidas hacia su realización personal.

A la cabeza de aquel grupo, que Manolo calificó de traidores y cómplices del Consejo de Estado y del imperialismo, estaba el actual presidente de una de los dos grupos que reivindican hoy la dirección de la Fundación Testimonio.

Quien traicionó a Manolo y nunca expresó arrepentimiento por su actitud, no puede pretender darle lecciones de moralidad a la sociedad dominicana y menos intentar representar el pensamiento y la acción de Manolo y su generación.

Empero, resulta que el mismo grupo, en un acto que evidencia su moral, publica un infame espacio pagado (Diario Libre, 7 abril) donde colocan a Raúl Pérez Peña (Bacho), que nunca ha dejado de luchar, como un delincuente. Al mismo tiempo, dicha fracción, mientras el litigio está en los tribunale, es reintegrada “a unanimidad”, en una llamada Federación de Fundaciones Patrióticas, integrada por instituciones para quienes la defensa de la “memoria histórica” nada tiene que ver con lo que pasa en el país y con la lucha por cambiar el destino fatal, impuesto.

Los sectores honestos de nuestra sociedad saben que la República Dominicana necesita de una alternativa política que exprese el deseo mayoritario de cambiarle el rumbo al país, y que ese cambio requiere de una revolución moral, que restablezca los principios sobre los cuales pueda levantarse la república con la que soñaron los Trinitarios, los Restauradores y la generación política de la Raza Inmortal y de Manolo Tavárez y Minerva Mirabal.

Diciendo lo mismo pero actuando en sentido contrario, hay en el país un grupo de personas, algunas con larga trayectoria progresista, que contribuyen a pervertir la conciencia ciudadana y fomentar la pasividad ante el desastre impuesto al país.

El Manolo de carne y hueso fue un guerrero, el más significativo líder revolucionario del país y un apóstol, y desde su ejemplo, Manolo demanda de sus seguidores, acción contra los males morales y materiales que la clase política, los dueños del país, y el imperialismo, le han impuesto a nuestra Nación. Es eso lo que Bacho ha hecho durante toda su vida.