PALABRAS DE MANUEL SALVADOR GAUTIER
EN LA ACTIVIDAD DE LA MULTITUD



En el 2002, el Dr. Bruno Rosario Candelier, presidente de la sociedad literaria Ateneo Insular y actual director de la Academia Dominicana de la Lengua, me solicitó que formara un círculo literario del Ateneo en Santo Domingo, y yo comencé a buscar a los intelectuales que pudieran integrarlo. Tuve suerte. Ese año, en la feria Internacional del Libro, me incluyeron en un panel organizado por Ángela Hernández, con participación también de Andrés L. Mateo. A ese panel, asistió Hecmilio Galván, todavía en la secundaria, que comenzó a hacer preguntas que despertaron mi interés. Al finalizar el panel, hablamos, y le propuse que formara parte del círculo literario, que ya tenía nombre, Francisco Javier Angulo Guridi, y que yo había acortado a Franja G. Hecmilio aceptó, y comenzó una de las colaboraciones más positivas que he tenido en mi trayectoria literaria. Franja G se reunía en el Museo del Dibujo, en la calle Rafael F. Bonnelly, y estaba compuesto por una serie de intelectuales con mucha experiencia, como la poeta Lourdes Billini; con menos experiencia, como la narradora Melania Emeterio, y con ninguna experiencia, como el propio Hecmilio. Creo que lo importante de este Círculo fue que la mayoría la componía jóvenes de mucho talento que estaban interesados en aprender (Hecmilio, Jacqueline Rodríguez, Denisse Marmolejos y Alejandro González) y que yo estaba dispuesto a dedicarme a organizarlo y sus otros miembros a participar activamente para que todos, los que sabíamos y los que no, aprendiéramos de literatura. Fue una experiencia muy rica. Duró más de un año con reuniones continuas, luego siguieron reuniones esporádicas. Tengo el documento de 2006 donde nos proponíamos la lectura de la novela de Marcio Veloz Maggiolo, La mosca soldado, con el elenco de preguntas que debíamos responder después de leerla, titulado “Veinte preguntas para analizar la novela, en base a los planteamientos de Silvia Adela Kohan en los dos primeros capítulos de su ensayo Cómo se escribe una novela”. Las tareas que nos poníamos eran organizadas y requerían estudio y trabajo.


Hecmilio, Licenciado en Economía en la actualidad, es un luchador por las causas nobles. Desde un principio, en mis contactos con él, me di cuenta de su disposición por participar en la definición de los principios de lo que maneja, en este caso, de nuestro Círculo, y la primera tarea que le puse, después de discutir su contenido entre todos, fue la de redactar su Manifiesto. Desde entonces, Hecmilio ha logrado depurar un estilo como escritor, que hoy disfrutamos a plenitud con los artículos y ensayos que escribe dentro de su trayectoria como hombre preocupado por el destino de su país. Yo me siento realmente muy orgulloso de tener su amistad.


No ha sido una sorpresa para mí verlo al frente de La Multitud, un grupo de jóvenes que aspiran a que en nuestro país las cosas se hagan dentro de un marco de seriedad y respeto. Creo firmemente que ellos son los continuadores de la obra patriótica de todos los grupos de jóvenes que, desde 1930, enfrentaron la dictadura de Rafael Trujillo, culminando con las expediciones de Luperón, de Cayo Confites y de Constanza, Maimón y Estero Hondo; así mismo, de todos los hombres y mujeres que se rebelaron contra el golpe de Estado a Juan Bosch, en 1963, que culminó con la rebelión en Manaclas y el asesinato de Manolo Tavares y sus compañeros, y siguió con el contragolpe de Estado de 1965 y la Guerra de Abril contra los invasores norteamericanos, liderada por Francis Caamaño. Ellos son también los seguidores de todos los hombres y mujeres que se rebelaron contra el autoritarismo impuesto por Joaquín Balaguer, el cual fue criticado por periodistas como Orlando Martínez y Gregorio García Castro, y enfrentó Francis Caamaño, en Caracoles, todos asesinados.


Estos hombres y mujeres lucharon a sabiendas de que se exponían a morir. Quizás este no sea el caso de hoy en día. La Multitud demostró una manera pacífica de luchar contra los estamentos que aspiran sólo a explotar el país en su propio beneficio, no importa las consecuencias a la ciudadanía, cuando enfrentó y logró evitar la destrucción del ecosistema de los Haitises, que pretendía realizar una empresa dominicana al ubicar una cementera en ese lugar. Me complace mucho reconocer que en la República Dominicana puede contarse siempre con su juventud para mantener en vilo los más altos ideales patrios. Sin embargo, como en el micro relato de Augusto Monterroso, el monstruo sigue ahí. Igual a lo ocurrido con los grupos que le precedieron, la avalancha del poder autoritario impone sus reglas y quedan atrás, olvidadas, esas luchas, esos esfuerzos, esas ideas.


Las aspiraciones básicas de todos los hombres y mujeres que protagonizaron y protagonizan estas hazañas están en la implantación en el país de un ordenamiento basado en la constitucionalidad, la institucionalidad y la justicia. Sobre esas hazañas he escrito en varias de mis novelas.


Tiempo para héroes es un canto a la lucha sostenida por los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo y al reconocimiento de sus ideales.


Toda la vida es un señalamiento de las aspiraciones de varias generaciones de hombres y mujeres, que, en distintos momentos, trataron de imponer esos mismos ideales.


Serenata es un homenaje a una pareja de esposos, Francisco Henríquez y Carvajal y Salomé Ureña de Henríquez, que precedieron con sus ideales positivistas a todas las generaciones que han luchado contra el autoritarismo y que tuvieron logros: ella, imponiendo el acceso a la educación secundaria de todas las mujeres dominicanas; él, formando un Gobierno en el Exilio que trabajó obstinadamente, hasta lograr la salida de los invasores norteamericanos en 1924.


Balance de tres celebra a los hombres y mujeres que lucharon en contra de esa misma invasión norteamericana de 1918, en la región del Este.


Asesino de las lluvias, la menos nacionalista de mis novelas publicadas, destaca los abusos de la dictadura y la manera en que los dominicanos debían actuar en ese tiempo, para su supervivencia.


Un árbol para esconder mariposas expone la decisión que tomó un hombre para luchar contra el autoritarismo, participando en la Expedición de Caracol de 1973.


Dimensionando a dios, mi última novela publicada, trata sobre la histórica decisión de nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, apenas de diecisiete años, de optar por la formación de una Sociedad Secreta para independizar a nuestro país.


Cuando Hecmilio me dijo que quería participar en las actividades literarias organizadas este año de 2010 para celebrar mis 80 años, le sugerí que el mejor tema para su grupo era la lucha por la imposición de la democracia que aparece en mis novelas.


No estaba equivocado.


Gracias a todos los miembros de La Multitud que han participado en este panel.


Gracias a Hecmilio Galván por coordinarlo.


Gracias a todos los amigos y las amigas que han venido a participar de esta fiesta en la que nos empeñamos en plantear que aún se puede, que aún existe la voluntad de los dominicanos de imponer el ideario de la libertad responsable en nuestro país.

Academia Dominicana de la Lengua
15 de junio de 2010