CIELO NARANJA
25 Junio 2007, 12:00 AM
Amparo Chantada o algunas maneras de amar esta ciudad

POR MIGUEL D. MENA
Pertenece a una raza única de seres que vienen, se quedan, profundizan y son más que muchos de los que están, porque lo suyo es una identificación sincera con lo nuestro. En un medio donde el intelectual ha estado por lo general de espaldas a la ciudad, una personalidad como la suya es la confirmación de que es posible la voluntad, la inteligencia, la decisión de defender lo humano que nos queda.

Hablo de Amparo Chantada y sé que muchos tendrán solo la imagen de una urbanista que protesta, de una estudiosa que no le da chance a las medianías, de una mujer de frase precisa, cortante, que no vacila, que puede estar acelerada en algún momento pero que está consciente de cada una de sus palabras.

Nos conoció en la lejanía y se ha hecho tan dominicana como las palmas que ahora transplantan desde nuestras playas a esas avenidas de sol y polvo y maldiciones.

Así desde lejos nos comenzó a estudiar, a situar en el mapa de la dominicanística europea, pero no se quedó en la academia viviendo del conocimiento de nosotros. Amparo Chantada dejó el solar nativo y se instaló en el nervio de nuestra insularidad.

Al pensarla tengo que retrotraerme a otras mujeres del viejo continente.

Tres de las primeras vinieron huyéndole a dos guerras: Hilde Domin vino de Alemania y Magda Corbet de Hungría, con el nazismo pisándole los pies; María Ugarte llegó poco antes, desde España, con un franquismo también aterrador. Otras dos se instalarían decenios después por razones familiares: Marianne de Tolentino de Francia, y Amparo Chantada, también del país galo, pero con orígenes republicanos españoles.

Todas dieron y han dado muchas de sus fuerzas al país, sacándole imágenes y poesía a la ciudad, o enseñando ballet, o trazando la ruta de sus artistas plásticos. Podría también mencionar a otras que ya no están físicamente, como la norteamericana June Rosenberg, a quien le debemos trabajos esenciales sobre la presencia africana en nuestra cultura, así como a Martha Ellen Davis, por igual norteamericana y antropóloga.

Antes de la inserción de Amparo Chantada en el panorama científico-social dominicano, sólo habíamos contado en el plano del urbanismo con los aportes de Isis Duarte, Wilfredo Lozano, Carlos Dore Cabral y Ramonina Brea. Mientras Duarte trataba el sector informal de la economía urbana, Lozano y Dore las transformaciones dentro de los movimientos sociales y Brea se concentraba en los principios de la modernización a finales del siglo XIX, Chantada nos asumió dentro de una crítica a las relaciones de poder de la modernidad.

En 1987 ganó el Premio Nacional de Ensayo con su obra "La geografía en Santo Domingo". Más adelante publica "La deuda externa, políticas de canje y el movimiento ambiental dominicano" (1992), y "Medio ambiente: crisis del modelo de desarrollo y soberanía nacional" (1993).

Sin embargo, su obra decisiva será "Del proceso de urbanización a la planificación urbana de Santo Domingo" (1998), el texto más importante en cuanto a la urbanística dominicana de fines del siglo XX. El subtítulo lo explica todo: "la política urbana del gobierno del Dr. Balaguer 1986-1992)".

Si bien no contamos con un texto donde se determinen aquellos primero doce años de terror del primer balaguerismo (1966-1978), al menos tenemos uno en el que se da cuenta de las intervenciones e invenciones del poder en el espacio de Santo Domingo.

Los estudios de Chantada se ubican en la tradición marcada por "La cuestión urbana" (1972) del sociólogo catalán Manuel Castells (1942), teniendo como referentes esencial la obra de Henri Lefebvre. Durante sus estudios de geografía humana y planificación territorial en la Universidad de la Sorbona, de París, en aquellos años 70, no solo fue la estudiosa marxista sino también la militante en quien el exilio y la migración dominicana encontró un decisivo apoyo.

"Del proceso de urbanización…" está conformado por cinco capítulos.

El primero, titulado "Lo urbano: conceptos básicos", es un buen soporte académico: aprehender lo urbano implica un salir de las nociones tradicionales de espacio y vincularlas con una organización que gira entre una historia y prácticas de poder específicas.

En el segundo capítulo trata la política urbana del balagurismo entre 1986 y 1990, tomando como ejemplos el hoyo de Chulín, las avenidas Kennedy y Churchill y los programas de vivienda familiares. En el tercero, nos enlaza con las prácticas urbanas del trujillato y cuestiona un concepto de planificación que tiene que ver más con un control que con un desarrollo autosostenido. En los capítulo cuarto y quinto el tema es común: los barrios populares, los principios alternativos a los dictámenes estatales, el cuestionamiento sobre la calidad de vida y el derecho de los ciudadanos a gestionar su espacio y no ser solo víctimas del clientelismo o las prácticas de un partido determinado.

"Del proceso de urbanización a la planificación urbana de Santo Domingo" debería ser un libro de lectura obligatoria en los departamentos de arquitectura, sociología, politología y pedagogía de nuestros centros educativos.

Amparo Chantada ha planteado en este texto no sólo los márgenes de una historia reciente, sino los principios a partir de los cuales se hace y se deshace esta ciudad.

Amparo Chantada no está improvisando cuando hahla, a pesar de su tono elocuente y emocional.

Quizás por eso la necesitamos hoy más que nunca, porque sólo así se puede luchar por el derecho a una ciudad de todos.

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