Por Hecmilio Galván (triunfaremos@gmail.com)

Una fina, aunque no tan cercana amistad me ha unido con Percival Peña. Su destierro a Corea nos impidió compartir lo debido. Mantuvimos contacto por email y sobre todo a través de sus artículos históricos que aún conservo.

Siempre me dedicó sus libros que leí con gran atención. Recuerdo el haber leído su libro sobre las torres gemelas y la operación que las derribó, durante mi último viaje en avión precisamente hacia Nueva York, en una de esas actitudes provocadoras que a veces muestro.

Ese libro sin embargo, no sólo me ayudó a entender la situación de los países árabes, si no que contribuyó a que después me interesara en el tema y pudiera adherirme militantemente a la causa por la unión y liberación de los países árabes, tanto del imperialismo norteamericano y europeo, como de las dictaduras vernáculas pro occidentales que les oprimen y que impiden la verdadera posibilidad de que esos pueblos se unan y se beneficien de sus enormes riquezas.

A través de mis estudios posteriores me hice un firme simpatizante de las luchas contra las dictaduras y/o monarquías en países como Marruecos, Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Yemen, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Qatar, Kuwait, Paquistán, entre otros, la mayoría dominados para su desgracia por familias o jerarcas pro estadounidenses.

Otros países como Irán, Turquía Argelia, Siria, Líbano y Libia, con políticas independientes y diferenciadas no han podido articular una estrategia de conjunto y soberana para eso que ha de llamarse la Liga Árabe. Los sueños de Nasser y de Kadhafi se han esfumado, mientras el sufrido pueblo de Arafat sigue siendo masacrado por el sionismo.

Pero no fue un tema personal el que me motivó a escribir estas líneas, y estoy seguro, que el General Percival, tampoco está movido por un asunto personal cuando acude a los tribunales a demandar en Amparo el decreto que lo retira por antigüedad de servicio, a pesar de encontrarse en pleno estado físico y mental, y no haber cumplido el tiempo reglamentario mínimo, requisito para el retiro.

Creo que Percival está intentando sentar un precedente correcto al hacer ejercicio de un derecho inalienable de cualquier ciudadano dominicano que es, el de recurrir en amparo, ante un tribunal.

Hacer valer un derecho adquirido, sea de un civil o de un militar, es un paso de avance en la construcción de una ciudadanía responsable y cabal, que es imprescindible para el desarrollo de la democracia.

Percival tiene todo el derecho de recurrir un decreto presidencial que considera irregular, particularmente porque los decretos no son palabra divina, y hace bien en hacerlo.

Corresponde a la Justicia dominicana, como Poder del Estado, al menos en la letra, independiente y soberano, sopesar sus argumentaciones y pedimentos y fallar en consecuencia. Mal haría con negarle este derecho por temor a chantajes del Ejecutivo. La independencia de poderes debe expresarse en el sentido de que uno, sirva como contrapeso del otro.

Percival Peña hace muy bien exigiendo que se cumpla la Ley orgánica de las fuerzas armadas, particularmente en un momento de extrema gravedad de esta institución, que se ve profundamente penetrada por el narco y el crimen organizado.

Es cierto, retiran a Percival, que pertenece al selecto grupo de militares intelectuales que publican sus libros y realizan estudios, mientras premian a cientos y miles de Pseudo-militares que pululan en los cuerpos castrenses al servicio de los narcotraficantes y los sicarios.

Al contrario, lo que manda aquí, es el cumplimiento estricto de las ley en las fuerzas armadas, que permita adecentar la carrera militar para que los miles de militares serios y honestos no sean víctimas del Poder penetrado por la mafia y la corrupción.