Fernando Ravsberg
BBC Mundo, La Habana

Rodríguez estará presente el próximo 20 de septiembre en el "Concierto por la Paz".
Silvio Rodríguez, uno de los más importantes cantautores de Cuba, participará en el concierto que Juanes realizará en La Habana el próximo 20 de septiembre.

Su identificación con los postulados de la Revolución Cubana lo sitúan en el centro de las críticas de quienes se oponen a tal evento.

El artista aceptó responder por escrito 10 preguntas de BBC Mundo sobre el tema.

¿Qué objetivo persiguen?


Se trata de un concierto por la paz. Vi lo que hicieron en la frontera con Venezuela y me pareció positivo.

Mucho más porque se trataba de artistas que suelen moverse en un circuito de modas y canciones generalmente ajenas a los reclamos sociales.

De cierta forma parecía que estaban tomando conciencia de que el arte puede contribuir a mejorar el mundo.

¿Por qué en Cuba?

Según declaran los artistas que lo proponen, el concierto se hace aquí porque en Cuba no hay paz. Esta afirmación yo la reinterpreto porque Cuba es uno de los países más tranquilos del mundo.

Entonces creo que lo que quieren decir es que no se nos deja vivir en paz, como queremos, y visto así estoy muy de acuerdo con ellos.

¿Por qué elegir la Plaza de la Revolución y cómo consiguieron tan difícil permiso?

Juanes desea la Plaza de la Revolución porque allí está Martí, que es un símbolo admirable para todos los cubanos, o al menos para casi todos.

Yo creo que el permiso lo dieron porque el propósito es noble: hacer un concierto "blanco", como dice Juanes, sin ideologías, unificador, donde primen la comprensión y el amor por sobre cualquier otra cuestión.

¿El gobierno cubano vetó a alguno de los artistas que propusieron?

En la única reunión que estuve no escuché vetos, aunque sí preocupación por declaraciones muy subjetivas sobre la realidad cubana.

Digo subjetivas porque son personas que sólo conocen de Cuba lo horrendo que los enemigos de la Revolución cuentan, nunca han visitado a nuestro país.

Pero si mi presencia fuera un obstáculo para que se dé el concierto, con mucho gusto cedo mi lugar a algo mejor. Es más: me atrevo proponer a "La Colmenita" (compañía teatral cubana conformada por niños)

Algunos exiliados sostienen que no puede haber un concierto apolítico si tú y Amaury Pérez participan.

Esa es una tesis de algunos ideólogos contrarrevolucionarios. Yo lo que veo es que quienes están tratando de politizar el concierto son ellos.

Y además de la forma más grosera posible. Pero si mi presencia fuera un obstáculo para que se dé el concierto, con mucho gusto cedo mi lugar a algo mejor. Es más: me atrevo proponer a "La Colmenita" (compañía teatral cubana conformada por niños).

Otros dicen oponerse porque también el gobierno prohíbe la entrada al país de artistas cubanos. ¿Qué opinas tú de estas prohibiciones de uno y otro lado?

Creo que una cosa es el concierto y otra las prohibiciones. También creo que mientras más tiempo pasa, cualquier prohibición, del lado que sea, se hace más insostenible.


Una exigencia irrespetuosa de las autoridades de cualquier país no puede esperar otra respuesta que el desdén.


Habría que ver qué pasa si un artista decide alguna vez visitarnos para constatar con sus propios ojos, y con su corazón, el drama y la alegría que se viven en Cuba a la vez. Yo no creo, y no deseo, que a alguien que venga con el legítimo deseo de informarse le cierren la frontera.

¿Es verdad que en Cuba está prohibido oír a Julio Iglesias, Willy Chirino, Celia Cruz, Gloria Stefan u Olga Guillot?
Yo también estuve prohibido y aquí estoy. No me dio la gana de dejarle el país a los cretinos.
Una cosa es lo que decide un gelatinoso director de emisiones y otra lo que es política nacional. Tú sabes bien que, al margen de la radio, el cubano escucha de todo y ningún aparato oficial se mete eso.

Una cosa es lo que decide un gelatinoso director de emisiones y otra lo que es política nacional. Tú sabes bien que, al margen de la radio, el cubano escucha de todo y ningún aparato oficial se mete eso.

Si por mi fuera, aquí se escucharía de todo. Pero lo que no se suele expresar es que mucho pueblo cubano se indignaría al escuchar ofensas a sus líderes o a los ideales por los que viene luchando y padeciendo desde hace medio siglo.

¿Es la intolerancia una característica del cubano?
La intolerancia funciona de una forma con los prejuicios y de otra con los principios. Como idea general, la tolerancia es muy bonita y de hecho se ha convertido en una consigna occidental, pero recuerda que no es fácil tolerar lo que nos ofende en lo más profundo.

¿Es posible un diálogo entre los artistas que apoyan la Revolución y los que se declaran anticastristas en el extranjero?

Yo he sido capaz de trabajar y de convivir muchos años con personas que no piensan igual a mí; incluso he peleado contra la intolerancia burocrática para que esas personas ejerzan sus derechos ciudadanos.

Tengo familiares y amigos que se han ido; los quiero estén donde estén. Entre ellos hay trovadores, músicos y artistas que viven en Miami y en otros lugares del mundo.
Jamás he tenido problemas de diálogo con ellos. Por mi propia experiencia creo posible ese diálogo, siempre que lo presida la consideración al otro y que no haya ofensas. Habría que empezar por eso mismo: por eliminar tanto adjetivo infame y mucha mentira burda que anda en circulación.

¿Qué piensas de los cubanos que boicotean el concierto desde Miami?
Reflejan el miedo a que se compruebe que el mito de la Cuba martirizada que han prefabricado se desmorone. Reflejan el miedo a que avancen las relaciones con Estados Unidos y se les esfume el negocio bien remunerado de algunos. Los cuatro gatos que comercian con el dolor de los cubanos y poseen el poder mediático tienen miedo de abrir puertas y ventanas. Y la mayoría deseamos que eso suceda, aunque implique riesgos.